¿Por qué dejamos los zapatos debajo del árbol de Navidad?
Las noches del 24 de diciembre y del 5 de enero en España son mágicas. Ponemos los zapatos bajo el árbol para encontrarlos por la mañana llenos de regalos, pero, ¿Cuál es el origen de esta tradición?
Zapatos y calcetines a la espera de regalos: tradiciones llenas de ilusión
¿Por qué dejamos los zapatos bajo el árbol de Navidad la noche de Reyes? ¿o en Nochebuena, si esperamos también a Papá Noel? Es una de las muchas costumbres que sigue intacta a través de los años. Nuestros padres ya lo hacían y los padres de nuestros padres también. Lo único que ha cambiado es el estilo de zapatos de cada época y el tipo de regalos que recibimos, pero eso es otra cuestión y cada familia tendría anécdotas para llenar un libro, sólo tenéis que investigar y preguntar a los abuelos, fuente inagotable de sabiduría y recuerdos.
Pero nadie parece conocer a ciencia cierta por qué ponemos nuestros zapatos o zapatillas de casa bajo el árbol de Navidad a la espera de que amanezcan repletas de regalos y chuches. En Pisamonas incluso hemos preguntado a los mismísimos pajes reales y lo cierto es que ni ellos mismos saben cuál es el origen verdadero de tan arraigada tradición. Cuentan que existen varias leyendas que se han ido transmitiendo de generación en generación en diferentes países y culturas.
Diferentes explicaciones, diferentes culturas
Una de ellas nos sitúa en tiempos del Niño Jesús, cuando varios niños vecinos decidieron regalarle sus zapatos al verle siempre descalzo. Para ello, los lavaron y los dejaron secar toda la noche en la ventana. A la mañana siguiente, los encontraron llenos de regalos y dulces. Cuentan que habían sido los Reyes Magos, premiando la buena intención y solidaridad de estos niños. Otra historia señala que el hecho de poner los zapatos bajo el árbol comenzó con un milagro de San Nicolás de Bari, personaje del mundo antiguo a quien se atribuye la identidad de Santa Claus. De hecho, en el siglo XIII San Nicolás era ya patrono de Ámsterdam y allí repartía regalos entre los niños la noche del 5 al 6 de diciembre, día de su fiesta, hasta que en el siglo XVII dicha celebración se trasladó al 25 de diciembre.
Pero no en todas las culturas se utilizan zapatos para reclamar los regalos de Navidad, como no en todos los sitios se utilizan abetos como árboles navideños. Por ejemplo, en Filipinas, el árbol navideño oficial es la palmera... ¿Pondrán debajo cangrejeras y chanclas? ¡Allí están en pleno verano!
En el mundo anglosajón no ponen zapatillas, sino calcetines, y se decora el árbol, la chimenea (quien la tenga) y otras partes de la casa con estos complementos tan apropiados en esta época del año para los que estamos en invierno. De esta forma, como Papá Noel entra por la chimenea, los ve antes y el reparto de dulces y juguetes es mucho más rápido.
Razones prácticas y ecológicas
En España una de las razones más prácticas del por qué ponemos los zapatos bajo el árbol es la siguiente: hay quienes afirman que, de esta manera, los Reyes Magos saben cuántas personas viven en ese hogar y si son niños o adultos y por lo tanto, saben también el tamaño del regalo que tienen que dejar. Aunque a nosotros esa razón no nos convence demasiado, ya que los Reyes de Oriente son Magos y conocen bien dónde vive cada niño y qué es lo que ha pedido. ¡Reciben sus cartas cada año y los visitan cada 6 de enero de madrugada!
Por otro lado, los zapatos pueden ser en sí mismos un elemento decorativo más de nuestro precioso árbol, y esa es otra razón más que suficiente para ponerlos a la vista de todos. Muchos niños aprovechan el calzado que se le ha quedado pequeño para decorarlo con luces led o con cintas de espumillón y contribuir así de forma ecológica al decorado navideño. ¿Qué os parece esta idea? Podéis elegir cintas en color oro o plata si os gusta el minimalismo o de mil colores y combinadas con cintas de regalo; ¡en esta época del año todo el exceso decorativo está permitido!
Los más creativos pueden personalizar sus zapatillas lisas pintándolas con motivos de Navidad, cambiando cordones por limpiapipas finos de colores brillantes o incluso poniendo alrededor flores y unas ramitas de acebo o piñas secas de las que hayáis recogido dando un paseo por el bosque.
Eso sí, si no queremos que los Reyes nos echen carbón, no podemos olvidarnos de dejarles un platito de galletas o un trozo de roscón y un vaso de leche a cada uno, además de agua y zanahorias para los camellos, para que puedan reponer fuerzas en tan larga noche de trabajo.
¿Y en tu casa? ¿Cómo preparáis la llegada de los Reyes Magos?